Afganistán: talibanes ejecutan en público a una afgana viuda y embarazada por adulterio
Bibi Sanubar, una afgana de 35 años de edad, viuda y embarazada, recibió 200 latigazos antes de ser ejecutada con tres disparos a la cabeza por los talibanes, que la acusaron de adulterio. Los hechos ocurrieron en público, en el insurrecto distrito de Qades. Un asesinato que no pudo ser evitado por las fuerzas extranjeras que siguen desplegadas en el país.
El crimen, con disfraz de justicia islámica, que recuerda los años más negros del poder talibán, ocurrieron el pasado 8 de agosto de 2010, en el remoto distrito de Qades, bastión de los insurrectos, en la provincia de Badguis, en la zona del noroeste de Afganistán donde están desplegadas las tropas españolas...
Ocurrió todo en público, pero nadie denunció los hechos», lamentó Abdul Jabar, jefe de la policía provincial. Algo que indica el temor a los fanáticos y también unas convicciones retrógradas sobre la mujer y las relaciones sexuales.
Jabar no precisó desde cuándo Sanubar era viuda. El hombre con el que mantenía relaciones, del que había quedado encinta y con el que quería casarse huyó a Irán, para salvar la piel. Fue entonces cuando los talibanes detuvieron a la desventurada. Una fuente indica que previamente a la ejecución fue obligada a abortar.
La sometieron, además, a un juicio sumario: el mulá Mohammed Yousif instruyó el caso y la condenó rápidamente a muerte. Como prolegómeno, le propinaron en público 200 latigazos. El mismo juez se encargó de cumplir personalmente la condena: le disparó tres tiros.
MÁS CASOS
Hace cuatro años, los talibanes mataron a una mujer afgana a la que acusaban de espiar para EEUU. Posteriormente, en julio de 2008, decapitaron a dos mujeres por, según ellos, regentar un burdel para soldados estadounidenses en la provincia de Ghazni.
Un fotógrafo que trabajaba para Associated Press, Rahmatullah Naikzad, presenció el crimen y tomó fotos de ambas, cubiertas por sus burkas, antes y después de la decapitación. El fotógrafo fue detenido y puesto en libertad posteriormente por las autoridades afganas, según su agencia.
El año pasado, en la provincia de Nimroz, los radicales islámicos fusilaron a la joven Gul Pecha, de 19 años, y a su novio, Abdul Aziz, de 21, por haberse fugado para casarse sin el permiso de sus familiares.
Ambos querían huir a Irán para poder vivir allí como pareja. Sus propios padres les habían capturado y entregado a los talibanes, que les detuvieron en una mezquita cuatro días y finalmente decidieron matarlos a tiros.
EL RECUERDO NEGRO
Mientras regían el país, entre 1996 y 2001, era una práctica común de los talibanes exhibir a las adúlteras y castigarlas lanzándoles piedras y azotándolas. En las ocasiones que consideraban más graves las mataban en público.
Tras su derrocamiento, en numerosas ocasiones, los talibanes han negado ser responsables de abusos y asesinatos como el del domingo. «Es una mala obra, y la rechazamos. Quien lo haya hecho no es miembro de los talibanes y trata de difamarnos», aseguró el portavoz Qari Mohammad Yousuf.
También han negado ser los autores de la mutilación de Aisha, una mujer de 18 años a la que cortaron la nariz y las orejas en la provincia afgana de Uruzgan por huir de los abusos de su marido. La revista Time publicó su foto en portada y contó su historia en su último número. Ella mantiene que los talibanes son responsables.
Los talibanes no son una fuerza unificada y homogénea en Afganistán. Muchos grupos radicales, libremente asociados con ellos, operan a su antojo en las provincias que es incapaz de controlar el Gobierno de Kabul.
El distrito de Qadis, donde asesinaron el domingo a Bibi Sanubar, está totalmente bajo control de fundamentalistas, según la policía local de la provincia de Badghis, a la que pertenece. La organización cristiana Misión de Asistencia Internacional, para la que trabajaban los 10 cooperantes asesinados por los talibanes el jueves pasado, ha anunciado que seguirá su labor humanitaria en Afganistán, que viene desarrollando desde mediados de los años sesenta. Un grupo de radicales islámicos les acribilló a balazos cuando regresaban a Kabul desde la provincia de Nuristán.
Fuente: Protestante Digital
El crimen, con disfraz de justicia islámica, que recuerda los años más negros del poder talibán, ocurrieron el pasado 8 de agosto de 2010, en el remoto distrito de Qades, bastión de los insurrectos, en la provincia de Badguis, en la zona del noroeste de Afganistán donde están desplegadas las tropas españolas...
Ocurrió todo en público, pero nadie denunció los hechos», lamentó Abdul Jabar, jefe de la policía provincial. Algo que indica el temor a los fanáticos y también unas convicciones retrógradas sobre la mujer y las relaciones sexuales.
Jabar no precisó desde cuándo Sanubar era viuda. El hombre con el que mantenía relaciones, del que había quedado encinta y con el que quería casarse huyó a Irán, para salvar la piel. Fue entonces cuando los talibanes detuvieron a la desventurada. Una fuente indica que previamente a la ejecución fue obligada a abortar.
La sometieron, además, a un juicio sumario: el mulá Mohammed Yousif instruyó el caso y la condenó rápidamente a muerte. Como prolegómeno, le propinaron en público 200 latigazos. El mismo juez se encargó de cumplir personalmente la condena: le disparó tres tiros.
MÁS CASOS
Hace cuatro años, los talibanes mataron a una mujer afgana a la que acusaban de espiar para EEUU. Posteriormente, en julio de 2008, decapitaron a dos mujeres por, según ellos, regentar un burdel para soldados estadounidenses en la provincia de Ghazni.
Un fotógrafo que trabajaba para Associated Press, Rahmatullah Naikzad, presenció el crimen y tomó fotos de ambas, cubiertas por sus burkas, antes y después de la decapitación. El fotógrafo fue detenido y puesto en libertad posteriormente por las autoridades afganas, según su agencia.
El año pasado, en la provincia de Nimroz, los radicales islámicos fusilaron a la joven Gul Pecha, de 19 años, y a su novio, Abdul Aziz, de 21, por haberse fugado para casarse sin el permiso de sus familiares.
Ambos querían huir a Irán para poder vivir allí como pareja. Sus propios padres les habían capturado y entregado a los talibanes, que les detuvieron en una mezquita cuatro días y finalmente decidieron matarlos a tiros.
EL RECUERDO NEGRO
Mientras regían el país, entre 1996 y 2001, era una práctica común de los talibanes exhibir a las adúlteras y castigarlas lanzándoles piedras y azotándolas. En las ocasiones que consideraban más graves las mataban en público.
Tras su derrocamiento, en numerosas ocasiones, los talibanes han negado ser responsables de abusos y asesinatos como el del domingo. «Es una mala obra, y la rechazamos. Quien lo haya hecho no es miembro de los talibanes y trata de difamarnos», aseguró el portavoz Qari Mohammad Yousuf.
También han negado ser los autores de la mutilación de Aisha, una mujer de 18 años a la que cortaron la nariz y las orejas en la provincia afgana de Uruzgan por huir de los abusos de su marido. La revista Time publicó su foto en portada y contó su historia en su último número. Ella mantiene que los talibanes son responsables.
Los talibanes no son una fuerza unificada y homogénea en Afganistán. Muchos grupos radicales, libremente asociados con ellos, operan a su antojo en las provincias que es incapaz de controlar el Gobierno de Kabul.
El distrito de Qadis, donde asesinaron el domingo a Bibi Sanubar, está totalmente bajo control de fundamentalistas, según la policía local de la provincia de Badghis, a la que pertenece. La organización cristiana Misión de Asistencia Internacional, para la que trabajaban los 10 cooperantes asesinados por los talibanes el jueves pasado, ha anunciado que seguirá su labor humanitaria en Afganistán, que viene desarrollando desde mediados de los años sesenta. Un grupo de radicales islámicos les acribilló a balazos cuando regresaban a Kabul desde la provincia de Nuristán.
Fuente: Protestante Digital
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